jueves, 31 de julio de 2014

La Ley de Atracción, por Esther y Jerry Hicks

 

La ley más poderosa del Universo


Todo pensamiento vibra, todo pensamiento irradia una señal y todo pensamiento atrae una
señal que se corresponde con él. Este proceso se denomina la Ley de Atracción.

La Ley de Atracción dice: «Todo lo que se asemeja se atrae». Por tanto podemos afirmar
que la poderosa Ley de Atracción es un Gerente Universal que se afana en reunir todos los
pensamientos que concuerdan.

Para comprender este principio basta con que enciendas la radio y sintonices deliberadamente tu receptor para que capte la correspondiente señal de una antena emisora. No puedes oír la música emitida por la frecuencia de radio 101 FM si sintonizas en tu receptor la frecuencia 98.6 FM. Entiendes que la frecuencia vibratoria debe coincidir, y la Ley de Atracción lo confirma.

Así pues, cuando tu experiencia te haga lanzar cohetes vibratorios de deseos, debes hallar el medio de mantenerte constantemente en una armonía vibratoria con esos deseos a fin de captar su manifestación.


¿A qué prestas atención?

Aquello a lo que prestas atención hace que emitas una vibración, y las vibraciones que ofreces equivalen a lo que pides, lo cual equivale a tu punto de atracción.

Si en estos momentos deseas algo que no posees, sólo tienes que centrar tu atención en ello y, en virtud de la Ley de Atracción, lo obtendrás, porque cuando piensas en ese objeto o experimentas lo que deseas, emites una vibración, y según esa Ley de Atracción, obtendrás ese objeto o esa experiencia que deseas.

Ahora bien, si deseas algo que en estos momentos no tienes y centras tu atención en el hecho de que no lo tienes, la Ley de Atracción seguirá respondiendo a la vibración de que no lo tienes, de forma que seguirás sin obtener lo que deseas. Así funciona esta ley.


¿Cómo puedo saber qué atraigo?

La clave para atraer algo que deseas hacia tu experiencia consiste en alcanzar una armonía
vibratoria con lo que deseas. La forma más sencilla de alcanzar esa armonía vibratoria es
imaginar que ya tienes lo que deseas, fingir que ya forma parte de tu experiencia, hacer que
tus pensamientos se deleiten con la experiencia, y a medida que practiques esos pensamientos y empieces a ofrecer sistemáticamente esas vibraciones, facilitarás que lo que deseas pase a formar parte de tu experiencia.

Ahora bien, si prestas atención a lo que sientes, te será fácil averiguar si diriges tu
atención a tu deseo o a la ausencia de él. Cuando tus pensamientos coinciden a nivel
vibratorio con tu deseo te sientes bien, la gama de tus emociones pasa de la satisfacción a
la expectativa, al anhelo, a la alegría. Pero si prestas atención a la falta, o la ausencia, de lo
deseado, tu gama de emociones pasa del sentimiento de pesimismo a la preocupación, al
desánimo, a la ira, a la inseguridad y a la depresión.

Así pues, en la medida en que seas consciente de tus emociones, siempre sabrás si facilitas
esa parte de tu Proceso Creativo, y no volverás a interpretar erróneamente el motivo
por el que no consigues lo que anhelas. Tus emociones constituyen un maravilloso sistema
de guía, y si les prestas atención podrás orientarte hacia lo que deseas.


Te guste o no, obtienes aquello en lo que piensas

Según la poderosa Ley de Atracción, atraes hacia ti la esencia de lo que ocupa predominantemente tu pensamiento. De modo que si piensas sobre todo en las cosas que deseas, tu experiencia vital reflejará esas cosas. Por el contrario, si piensas ante todo en lo que no deseas, tu experiencia vital reflejará esas cosas.

Pienses lo que pienses, es como planificar un acontecimiento futuro. Cuando valoras algo,
lo planificas. Cuando algo te preocupa, lo planificas. (Preocuparse es utilizar tu imaginación
para crear algo que no deseas.) Cada pensamiento, cada idea, cada Ser, cada objeto... todo
es vibratorio, de forma que cuando centras tu atención en algo, siquiera durante un breve
espacio de tiempo, la vibración de tu Ser comienza a reflejar la vibración de aquello a lo que
prestas atención. Cuanto más piensas en ello, más vibras como ello; cuando más vibras como
ello, más atraes a aquello que se corresponde con tu vibración. Esa tendencia en materia de
atracción aumenta hasta que ofreces una vibración distinta. Y cuando ofreces una vibración
distinta, las cosas que coinciden con esa vibración son atraídas hacia ti, por ti.

Cuando comprendes la Ley de Atracción deja de sorprenderte lo que ocurre en tu
experiencia, pues entiendes que eres tú quien lo ha propiciado, a través del proceso de tu
pensamiento.

No puede ocurrir nada en tu experiencia vital que tú no hayas propiciado a través de tu pensamiento.

Puesto que no existen excepciones a la poderosa Ley de Atracción, resulta sencillo
comprenderla. Y cuando comprendas que consigues aquello en lo que piensas y, lo que no
es menos importante, cuando seas consciente de lo que piensas, podrás ejercer un control
absoluto sobre tu propia experiencia.


miércoles, 16 de julio de 2014

Se preguntan muchos padres: ¿cómo mantener la calma con un/a hijo/a adolescente?; ¿qué hacer para que las relaciones en la familia sigan siendo afectuosas y tranquilas?...

 

Fuente: http://centrodepsicologiayterapias.blogspot.com.es/



HIJOS/AS ADOLESCENTES



Se preguntan muchos padres: ¿cómo mantener la calma con un/a hijo/a adolescente?; ¿qué hacer para que las relaciones en la familia sigan siendo afectuosas y tranquilas?... . La respuesta es que hay que estar preparado y enfrentarse a ello con calma, respeto y amor.


En cuanto al amor, no hay problema, porque los padres quieren a sus hijos/as, incluso en los periodos en los que estos/as puedan estar más insoportables. Pero la calma y el respeto hay que ejercitarlos.


Hay varias cosas que conviene no olvidar nunca, incluso cuando se producen broncas, discusiones o enfrentamientos con los hijos o las hijas adolescentes. Es bueno que los adultos que conviven con ellos no olviden lo siguiente:

· El amor: Los padres deben recordar que quieren a sus hijos/as y que ellos/as les quieren también.

· Quieren hacer lo correcto: Los procesos de cambio físico y psicológico que están viviendo los/as adolescentes les alteran emocionalmente y eso provoca situaciones de enfrentamiento y rebeldía.

· Tú también fuiste adolescente: Recordar que uno mismo pasó por ese proceso y cómo se sintió entonces puede ser muy útil a la hora de manejar las relaciones con los hijos e hijas en ese periodo de la vida.

· El adulto eres tú: Es fundamental que cuando se producen enfrentamientos con los adolescentes, sus padres recuerden que ellos son los adultos y que, aunque, su hijo/a no es ya un niño/a, aún no tiene la madurez suficiente como para exigirle una responsabilidad de adulto.


A pesar de la calma, del amor o de la infinita paciencia, hay veces que los enfrentamientos con los/as hijos/as llegan a producirse. Es aconsejable seguir algunas recomendaciones:


· Demasiadas reglas son una mala idea: Si quieres que tu hija o hijo sea disciplinada/o y cumplan con las reglas que marcas, debes saber que cuantas más normas les impongas, más se saltarán. Así que es mucho más inteligente establecer prioridades. Reflexiona sobre lo que de verdad es importante para ti y para él. Puedes hacer una lista con aquellas reglas que sí te parecen fundamentales y discutirlas con él/ella. Si está implicado/a en ello, será mucho más fácil que las cumpla. Así evitarás un buen número de enfrentamientos.

· Piensa en cosas positivas sobre tu hijo/a: Incluso en los momentos en los que se pone más rebelde, o todavía más en esos, recuerda el amor que sientes por él/ella. Trae a tu recuerdo alguna imagen de los dos juntos en algún momento muy bueno. Solo con eso ya conseguirás rehttp://centrodepsicologiayterapias.blogspot.com.es/frenar tu ira.

· Mantén la perspectiva: Algunas de las discusiones con los adolescentes se deben a cuestiones muy poco importantes. No permitas que algo así te lleve a un enfrentamiento con tu hijo/a.

· Evita tu propia frustración: En ocasiones, es la propia frustración de los padres lo que complica la relación con los hijos adolescentes. Ten muy presente que no puedes volcar en él tus problemas o tus carencias.

· Tomate tiempo: Si tu hijo/a adolescente hace algo con lo que no estás de acuerdo debes decírselo, pero es importante elegir bien el momento si lo que pretendes es cambiar una actitud. Si estás enfadado con él/ella, déjalo para más tarde. Con los adolescentes tienes la ventaja de que ya no son niños que necesitan que les corrijas en el momento exacto. Al adolescente puedes decirle que estás enfadado y que hablarás más adelante sobre ello con él o ella, cuando los dos estéis más tranquilos. Le enseñarás así la importancia de calmarse y reflexionar sobre las cosas.

· No intentes arreglarlo todo a la vez: No aproveches una discusión para hacerle todos los reproches juntos. No intentes en la misma charla que cumpla los horarios, ordene su habitación, etc.. Céntrate en una cosa cada vez. Eso os permitirá dialogar sobre cada aspecto de la relación, entenderos mejor y llegar a acuerdos más productivos.

· Muéstrate comprensivo: Incluso cuando esté enfadado explícale que le entiendes, que no ignoras lo que le ocurre aunque no estés de acuerdo con él/ella. Eso le desarmará y le enseñará la importancia del respeto.

· Pide disculpas: Si en una discusión te has enfadado, no has podido evitar que la ira te dominara o has sido injusto, pide disculpas. Tu hijo aprenderá así que reconocer los errores ayuda a mejorar la relación entre vosotros/as.



Y piensa que no solo estás ayudando a crecer emocionalmente a tu hijo/a, sino que también tú puedes crecer y enriquecerte con esta experiencia.


AUTORA: Antonia Macías (Psicóloga)

 

jueves, 10 de julio de 2014

CÓMO MEJORAR LA VINCULACIÓN CON NUESTROS HIJOS E HIJAS.




Primero debemos tener en cuenta que crear unos lazos afectivos saludables con los hijos no sólo es cuestión de dedicar más tiempo, sino buscar a calidad en esas relaciones (buena comunicación y expresión de sentimientos).


a) Saber escuchar a nuestros hijos es la clave.


Los adultos procesamos los problemas de forma diferente a los niños y nuestras claves de interpretación son sustancialmente diferentes a las que ellos utilizan. Por tanto, ante cualquier demanda del niño debemos tener tiempo para escucharle. Lo que nos importa como padres no es tanto solucionar el “problema puntual” de nuestro hijo, sino lanzarle un mensaje muy potente que transciende al propio problema, a saber: “Tus padres están ahí para escucharte y ayudarte en lo que necesites”. Esta es la mejor base para que los niños crezcan emocionalmente fuertes y reduzcamos los miedos y conductas desadaptadas a partir del reforzamiento de su propia seguridad afectiva.


Más en: http://centrodepsicologiayterapias.blogspot.com.es/


Autora: Antonia Macias (Psicóloga)